¿Qué lleva a alguien que acaba de sufrir la inundación de su casa a elegir la intemperie y el peligro de apostarse a la vera de la ruta, en lugar de aceptar que lo lleven a algún refugio para evacuados? El miedo de que, mientras esté lejos, le roben lo poco que no haya devorado el agua. Así piensan los habitantes de La Madrid que levantaron precarias carpas sobre las banquinas de la ruta nacional N° 157, cerca de sus casas inundadas.
Como si el drama del agua no los abrumara lo suficiente, ahora se suma la pesadumbre por la inseguridad. “Nosotros vivimos en la entrada del pueblo, tenemos la casa al costado de la ruta. Cuando empezó a subir el agua nos vinieron a decir que nos vayamos; y ahora estamos aquí”, contó Juana Alderete. Habla desde su refugio, unos pocos metros cuadrados cubiertos por un plástico negro, que llena el espacio de vapor.
Allí, en ese ambiente hostil, no piensa tener a su hija ni a su hermana, que tiene síndrome de Down. A ellas las llevó a la casa de un primo. “Pero yo no puedo irme; si me voy me roban. A mucha gente ya le han robado. Cada tanto vamos hasta la casa; justamente por eso no nos podemos ir de acá”, explicó. Y agrega que los ladrones no son de La Madrid, sino que vienen de otros pueblos cercanos.
Unos metros más allá, Orlando Gramajo arengaba indignado a su grupo. “Están meta robar”, les contó. Y él también, al igual que Alderete, consideraba que son foráneos. “Están ingresando por los accesos a La Madrid, o por la vía; y están sacando las cosas a la gente”, les dice a los otros hombres que “habitan” esa carpa. Y les propone organizarse para ir cada tanto a vigilar sus viviendas. “Están robando las pocas cosas que están quedando en el pueblo. Han sacado cosas del centro de La Madrid, y de las orillas. No hay seguridad”, indicó a LA GACETA, justo en el momento en que un par de uniformados pasaban cerca. ¿Le dijo eso a la Policía?, se le preguntó. “Sí. Nos dijeron que durante la noche hicieron recorridos, con botes. Pero es mentira, nadie ha recorrido nada, nadie ha cuidado nada”, respondió Gramajo.
“Gente desconocida”
Ni siquiera considera mudarse a una escuela o centro de asistencia a evacuados. “No podemos dejar estos refugios, porque está ingresando gente desconocida, y lo que pueden llevar se lo llevan. En medio de esta desgracia, encima nos están robando lo poco que tenemos”, dijo, más enojado que triste.
Según precisó, tampoco se acercó ninguna autoridad de la Comuna, para ofrecerles soluciones a este problema. “No nos brindaron ninguna ayuda. Anoche (por la noche del lunes) las criaturas durmieron en el suelo; y nosotros, como pudimos. Vinieron algunas personas a darnos medicación, alimento, ropa y colchones. A ellos les estamos muy agradecidos, pero las autoridades pueblo nos han tirado como perros, en medio de la lluvia”, acusó.
“Nos entrarán a robar”
“Se están metiendo en las casas”, afirmó Rubén Lazarte, con la voz raspada por la angustia, por las consecuencias de estar mojado, y por el humo de la leña con la que cocina y se calienta por las noches. Añadió que la inundación, producida por la crecida del río Marapa, ya los dejó sin heladera, sin cocina, sin cama y sin colchón. También a él los agentes sanitarios le ofrecieron trasladarlo a un refugio de evacuados. “Pero no vamos a ir, porque nos van a entrar a robar. Cada tanto vamos hasta la casa a ver si están las cosas; nos turnamos para ir”, explicó.
Desde dentro de la misma carpa de Rubén sale Nilda Juárez, para aportar. Siente bronca, pero también está asustada. No tanto por ella, ni por sus cosas. “Mi hijo dejó guardada la moto arriba del techo de la casa; y ya no sé si estará ahí. Nosotros nos vamos a quedar acá, para cuidar las cosas; tienen que darnos una solución”, reclamó.
El celo por los mínimos bienes materiales alcanza, incluso, a las guaridas de lona que bordean la ruta. Es el caso de Marcelo Gutiérrez, que se quedó cuidando un puñado de cosas mientras su familia iba a casa de parientes. “¿Y qué querés, hermano? Yo no digo que aquí haya ladrones; pero sí hay mucha necesidad. Y a veces la necesidad hace que alguno saque alguna frazada, o un colchón. Y esto es lo único que pudimos rescatar de la casa, antes de que suba el agua”, se justificó, mientras acariciaba a “Osita”, una caniche toy que poco y nada podría ayudarlo en caso de que lo asalten.
“Ayer (por el lunes) fui a ver mi casa y todo estaba bien. Pero hoy (por ayer) ya me habían llevado dos garrafas y dos gallos finos”, contó Ricardo Alderete. Adelantó que iba a realizar la denuncia, pero directamente en los tribunales de Concepción.
“Del negocio de Oscar Zelaya se llevaron lo que pudieron. Aprovecharon que él no estaba. Por eso muchos prefirieron quedarse en el techo de sus viviendas, porque sabían que los ladrones iban a andar”, añadió una lugareña, que prefirió no identificarse.
Llegaba la tarde en el acceso a La Madrid, y los evacuados se preparaban para pasar otra noche a la intemperie, junto a la ruta. Otra noche de dormir con un ojo abierto, esperando no encontrarse a la mañana con que alguien entró a su casa y se llevó esa nada que al regreso todavía podría servirles.
El jefe de Policía instó a los habitantes de La Madrid a que hagan la denuncia de los robos
El jefe de Policía, Dante Bustamante, relativizó las acusaciones de los evacuados de La Madrid, respecto de que están produciéndose robos en las viviendas inundadas. “Anduve (ayer) por el centro de evacuados sobre la ruta (nacional N° 157), en La Madrid. Lo caminamos punta a punta con el subjefe y con miembros de Plana, hasta el puente sobre el río Marapa. Ningún vecino nos refirió (nada de eso)”, dijo a LA GACETA. De todos modos, no negó que pudieran darse casos: “lamentablemente, así como se ve mucha solidaridad, también hay inescrupulosos que podrían aprovecharse de esta situación”. En ese sentido, instó a los ciudadanos que sufran robos a hacer los trámites que correspondan. “Conminamos a realizar la denuncia formal y pertinente. Hay un importante despliegue policial en el sur, para brindar seguridad y para efectuar rescates”, cerró.